Amanece un día más, los pájaros
no cantan todavía, y no entra un sol brillante por la ventana, de hecho no ha
amanecido aun. Me despierto todos los días a las seis y media de la mañana para
ir al instituto porque mi padre decidió comprar una preciosa casa en un pueblo
perdido donde apenas llega el internet, pero gracias a dios el pueblo más
cercano se encuentra a tan solo media hora en bici. No me malinterpretéis me
encanta vivir aquí, pero quieras o no hay veces que preferiría tener todo más
cerca y no sentirme tan alejada del resto de la civilización, tener más lugares
a los que escaparme cuando las cosas se ponen feas con mi padre.
Como es costumbre me levanto
tarde y tengo que arreglarme deprisa y corriendo, menos mal que mi padre me
prepara todas las mañanas el desayuno y así poder disfrutar al menos de unos
minutos juntos ya que por desgracia trabaja demasiado y pasa en casa poco
tiempo. Hay quienes verán en esto es una gran ventaja de ser yo, pero yo no lo
veo así. Hay días que me gustaría llegar a casa de clases y poder sentarme en
la mesa con mis padres y comer todos juntos mientras cada uno cuenta como le ha
ido el día y riéndonos, pero por desgracia eso en mi casa no pasará nunca ya
que mi padre está demasiado ocupado como para dejarse caer por casa a la hora
de la comida y mi madre nos abandonó cuando yo tan solo tenía 4 años.
Fue hace tanto y yo era tan
pequeña que no recuerdo como es y a mi padre no le gusta hablar de ella dice
que le trae demasiados recuerdos malos y que no necesito saber nada de ella. No
os creáis que me apena, pero me duele
que sucediera así. Aunque como dice mi mejor amigo una madre no es aquella que
te trae al mundo sino aquella que te cría y te cuida toda tu vida. Tampoco
puedo negar que me encantaría saber cómo
es, porque lo hizo, que la empujo a dejar a su hija y a su pareja y marcharse...
Ya sabéis todas esas preguntas que suelen surgir cuando tu madre se va de la
noche a la mañana sin dar ningún tipo de explicación. Desde entonces mi padre
asumió toda la responsabilidad sobre mí y ha trabajado tanto por darme la vida
que según él me merezco, aunque yo sé que en el fondo lo único que intenta es
compensarme por el error que cometió mi madre. A cambio yo intento ser la mejor
de las hijas posibles y que el día de mañana se pueda sentir orgulloso de mí,
no me meto en líos, saco buenas notas, cumplo todo lo que él me pide. Se puede
decir que sí que soy la hija modelo, pero tenemos nuestros más y nuestros menos
y normalmente siempre son por el mismo tema, mi madre.
Termino de vestirme y cuando bajo
parece que no hay nadie. Lo mismo de cada año.
- ¿Papa? ¿Dónde estás?
Entro en la cocina y nada. Sobre
la encimera me encuentro una nota:
“Lo siento ratoncita, he tenido
que salir antes al trabajo tengo que preparar una reunión de última hora. Que
tengas un buen día. Te quiero”
Genial, otro año más, ¿Cuándo
dejará de hacerlo? Preparo un pequeño desayuno y me encamino hacia el garaje,
me monto en la bici y empiezo el camino de todas las mañanas hacia el
instituto. Adoro esto, habrá quienes piensen que esto es un latazo y otros como
yo pensaran que es el mejor regalo que existe, para admirar este paisaje cada
mañana, es lo mejor que se puede ver. El camino que va al instituto es una
pequeña carretera comarcal que cruza el enorme bosque que separa mi preciosa
aldea del pueblo, por suerte a esta hora no suele haber mucho tráfico y puedo
ir tranquilamente al instituto dejándome deslumbrar por las preciosas vistas,
transportarme hacia la tranquilidad por el embriagador aroma de la naturaleza,
cada mañana pasa por mi mente no ir al instituto, abandonar la bici en el arcén
y adentrarme en el bosque y perderme allí donde nadie haya estado antes, tener
mi propio lugar donde nada ni nadie pueda molestarme. Pero nunca he reunido el
valor para hacerlo.
Tras un largo paseo se puede ver
el final de la carretera y la puerta del gran instituto y como cada
mañana mi gran amigo Ángel esperándome. Él es sencillamente mi mejor amigo nos
conocemos desde hace muchos años y a pesar de su espectacular atractivo nunca
me he sentido atraída por él. Ambos amamos pasar desapercibidos en el
instituto, cuanto menos llamemos la atención mejor para nuestra integridad
física.
-Buenos días Mara. Tengo una
noticia que va a dejarte de piedra.
- ¿Qué ha ocurrido?
-Clara, no sé si por un error o
porque realmente ha querido, nos ha invitado a ti y a mí a su fiesta de
cumpleaños el fin de semana que viene.
Sonríe
Puag. Clara es la chica más
popular de nuestro curso, no falta decir que es guapísima, sus notas son
brillantes y como no tiene a todos los
chicos comiendo de su mano tanto de este pueblo como los de al lado. Lo peor de
todo es que va por ahí pavoneándose como si fuera la reina y todos los demás
fuéramos sus esclavos y no tuviéramos otra cosa que hacer en esta vida que servirla,
y si te niegas pasaras a ser su bufón hasta que te gradúes. La odio, no soporto
ni siquiera estar en la misma clase que ella, no soporto a la gente como ella,
antes que tenerlos como amigos prefiero quedarme sola.
-No cuentes conmigo. Ya puedes buscarte
otro acompañante.
-Mara entiendo tu postura, a mí
tampoco me hace mucha gracia ir a la casa de esa bruja. Pero algún día
tendremos que conocer a chicos y por dios enamorarnos de una vez ¿no? Y jamás
lo conseguiremos si no vamos a las fiestas. Irá todo el instituto e incluso
gente de los pueblos vecinos, olvidémonos de quien es la anfitriona de la
fiesta y divirtámonos. ¿Por favor?
-Ángel, te quiero más que a nadie
en este mundo pero está en contra de mis principios ir a esas fiestas con esa
clase de gente, además para que quieres novio, ¿no te vale conmigo?
Ríe.
-Me sobra contigo, ya lo sabes
pero tú no me darás jamás lo que otro hombre sí.
No puedo evitar reír ante ese
comentario.
-Déjate de fiestas y vámonos a
clases, no podemos llegar más veces tarde o nos caerá una buena.
Suspiro, la verdad que hoy no es
un buen día, y mucho menos para hablar de esa petarda, menos mal que Ángel se
da cuenta de mi humor, cierra el pico, dejando el tema para otro momento, y nos
dirigimos a las clases.
No es que mi instituto sea el
mejor del mundo, ojala fuera como la mayoría de los institutos que leo en los
libros un caserón antiguo, con misterios encantados, o al menos que tuviera una
mísera publicación en el periódico local por algún tipo de altercado, nada más
lejos de la realidad. Es simple, como cualquier instituto de pueblo, aunque para mí en muchas ocasiones se
ha convertido casi como un hogar. Ya estaréis pensando que soy una rarita de
esas que adoran ir al instituto y se lo pasan bien estudiando, ni mucho menos,
pero es el único lugar en el cual no estoy sola. Estar rodeada de profesores,
trabajadores, y a pesar de que algunos no valen ni un céntimo también por mis
compañeros me hace sentirme más a gusto. El mero hecho de salir al pasillo y
cruzarme al menos con una persona ya me hace sonreír, y sobre todo no hay que
olvidar a mi gran apoyo Ángel.
Ángel y yo nos conocimos el
primer día que llegue al instituto, yo era demasiado tímida como para acercarme
a cualquier grupito de niñas ya formado, y él era el típico rarito de clase al
que nadie quería acercarse, le daban de lado por el mero hecho de no ser como
los demás. El problema de vivir en un pueblo que está tan alejado de las
grandes ciudades es que ser gay no está tan bien visto como allí, aquí una
pareja gay no está visto como algo normal. Supongo que es lo que tiene vivir
con gente anclada en la guerra civil supongo. Aunque él lo lleva bien, y lo que
más me gusta de él es que a pesar de todas las barbaridades que le han llegado
a decir no esconde nunca lo que es y está plenamente orgulloso de ser como es.
Desde el primer día Ángel y yo
conectamos, es la única persona a la que le confiaría hasta mi propia vida, si
en algún momento hiciera falta, siempre está ahí sobre todo cuando más lo
necesito. Desde que nos conocimos no me ha fallado nunca. Se puede decir que
nuestras desgracias nos unen.
Sus padres murieron en un
terrible accidente de coche, venían de visitar a sus abuelos, cuando un
borracho se les cruzo en mitad de la carretera y su padre tuvo que girar
rápidamente despeñando el coche ladera abajo, no pudieron hacer nada por ellos,
pero él y su hermano mayor, Héctor, sobrevivieron. Desde entonces viven con sus
abuelos. Lo bueno de todo esto es que nos entendemos demasiado bien, conocemos
el dolor de cada uno y a veces no hacen falta las palabras para que el otro
sepa lo que ocurre. No creo que encuentre a nadie más a quien confiaría mis
secretos ni mis preocupaciones, él es más que un amigo, es el hermano que nunca
llegue a tener, mi mejor amigo, mi confidente, mi todo, no me imagino en un
futuro sin hablar todos los días con él, ni quiero pase lo que pase en el
futuro lo único que sé es que mi amistad con Ángel no se romperá jamás.
Otro día de clases que acaba.
Menos mal que hoy es viernes y como manda
la tradición Ángel y yo vamos al lago a
comer.
- ¿Preparada?
Hoy solo puedo limitarme a
asentir.
-Vamos entonces. -Me anima
Que hay mejor que comer en la
hierba del campo, bajo el sol y con el sonido de los pájaros de fondo.
Cualquier otro día me sentiría la mujer más afortunada del mundo por estar aquí, pero no es un buen día, y Ángel lo sabe.
- ¿Has hablado con tu padre? -Ángel rompe el silencio después de tanto tiempo
-No, como todos los años
desaparece, esta vez ha sido una reunión de última hora. Desde que tengo
memoria es la mejor escusa en muchos años. – Sonrío.
-Debía de quererla mucho si todavía
después de tantos años le duele de esta
manera.
No contesto, porque no sé qué
decir. Muchas son las veces que he intentado que mi padre me contara cosas de
mi madre, como se conocieron y cómo surgió su amor. Pero su respuesta siempre
es la misma: “Son cosas del pasado que es mejor no remover, lo importante y lo
mejor que salió de todo aquello y de lo único que puedo estar más orgulloso en
esta vida eres tú, Mara.”.
Lo poco que sé, me lo contó mi
tía paterna, María, con la que me une una gran amistad. Ayudó en todo momento a
mi padre cuando mi madre nos abandonó, tuvo que ser duro para él, y ella fue
casi como una madre para mí. Por eso me dolió mudarnos y alejarnos tantos
kilómetros de ella, pero a papa le traía demasiados recuerdos aquella casa que
compartió durante tantos años con mi madre. Aquí al menos se le ve más feliz
todo es nuevo y podemos construir nuestros recuerdos desde cero, sin huir de
aquellos lugares que atormentaban a mi padre.
Mis padres se conocieron en la
universidad, se enamoraron nada más verse aunque a ambos les costó demasiado
tiempo dar el primer paso, unos pocos años después se fueron a vivir juntos, su
sueño era formar una familia, incluso
sonaban campanas de boda. Pero sus
planes se vieron truncados cuando mi madre se enteró de que estaba embarazada
de mí, mis padres eran bastante jóvenes como para criar a un bebe y hacía
apenas unos años que habían acabado los estudios y habían empezado a trabajar
pero aun así ambos me tuvieron con mucha ilusión. Pero por lo visto duró poco
y la situación pudo con mi madre y las
cosas entre ella y mi padre cada vez iba a peor, hasta que el día de su
cumpleaños tomó la decisión de abandonarnos, hizo las maletas la noche antes y
después de asegurarse bien de que estábamos dormidos se fue de casa sin dejar
ni si quiera una mísera nota de despedida. Desapareció de nuestras vidas como
si jamás hubiera existido, pero dejando tras de sí una brecha que después de
tantos años ninguno de los dos hemos conseguido curar.
Después de un largo rato sumido
en mis recuerdos consigo articular:
-Mi padre me contó una vez que
cuando te enamoras por primera vez eres incapaz de olvidar por muchos años que
pasen, y nunca dejas de querer a esa persona.
Ángel se gira sorprendido, y de
repente en su rostro aparece un atisbo de esperanza seguido de una gran sonrisa
de la cual no puedo evitar sentirme contagiada y acabo devolviéndosela. Me coge
de las manos mirándome directamente a los ojos.
-Pues entonces nuestro objetivo
este año es enamorarnos, o al menos conseguir que nos den nuestro primer beso.
No puedo evitar darle un ligero
empujón y ambos empezamos a reírnos. Adoro como consigue hacerme reír. Tras
esto vuelve a sumirse en sus pensamientos, a veces lo envidio es tan soñador,
siempre busca el lado bueno de las cosas y tiene tantas esperanzas de que
después de todo lo malo que nos ha ocurrido nos esperan grandes cosas. Según él
solo hay que tener un poco más de paciencia y estar ojo avizor para verlas
venir. No puedo evitar sonreír mientras le observo. No sé qué haría si el no
estuviera en mi vida.
Una vez en casa de nuevo, me meto
en la cama sin ganas de nada, sé que han pasado muchos años y que no se puede
echar de menos a alguien a quien no recuerdas haber conocido, pero he de
admitir que hay veces que he necesitado una madre, días como hoy poder sentarme
con ella y contarle mis cosas, si por lo menos pudiera hacerlo con mi padre,
pero como nunca está en casa, además de que hay ciertos temas que una hija
adolescente es mejor que no trate con su padre.
Intento distraerme haciendo los
deberes, pero no consigo concentrarme cada año me repito las mismas preguntas:
¿Por qué se fue?, ¿Por qué me abandono?, ¿Fue culpa mía?... Constantemente
pienso que no debería sentirme así, y mucho menos culpable, tan solo era un
bebé inocente no creo que nada de lo que pudiera hacer con esas edad fuera lo
suficientemente grave como para crear tal brecha en la relación de mis padres y
acabar empujando a mi madre a hacer las maletas y abandonarnos.
Decido que ya que no puedo concentrarme
en los estudios, llamaré a mi tía, necesito una madre y ella es lo más cercano
a esa idea.
-Hola cariño, ¿Cómo estáis? - La
cálida voz de mi tía me hace sonreír
-Hola, bien todo está bien tita,
¿te pillo ocupada?
-Para ti nunca corazón, ¿ha
ocurrido algo?
-No, tita no te preocupes, todo
está bien. Es solo que papa todavía no ha vuelto a casa y no consigo
concentrarme en los deberes, y quería saber cómo os va a ti y a Óscar.
-Nos va bien, todavía acostumbrándonos
a la vida de casados.- Ríe
Mi tía maría, se casó hace un par
de meses con Óscar, un ex deportista semiprofesional, tuvo un accidente
haciendo esquí y tuvieron que operarle la rodilla derecha. Desde ese día tuvo
que olvidarse de su futuro deportivo y comenzar a dedicarse a algo más
administrativo. Se conocieron en el parque, yo estaba con mi tía una tarde de
verano cuando me fui a los columpios él se le acercó y en ese momento surgió la
amistad que unos cuantos largos años después acabó en boda. Me alegré mucho por
ella aunque no pude evitar sentir un ligero dolor, ella ahora formará su
familia junto a Óscar y quieras o no eso afectará a mi relación con ella,
tendrá hijos propios a los que cuidará, si se puede, mejor de lo que hizo
conmigo y yo tan solo tendré el papel de sobrina. A pesar de todo la alegría vence
al dolor y me alegra verla feliz.
-Mara, ¿Qué te ocurre? -Insiste
preocupada
-Tita... ¿Tu conocías bien a mi
madre, verdad? Yo no me acuerdo de ella, lo único que me contó papa es que un
día como hoy hace 13 años se fue y no
volvió...- mi voz no puede evitar apagarse al pronunciar las últimas palabras.
-Cariño, tu madre era la mujer
más guapa de toda la universidad por no decir de la ciudad entera, dejaba
corazones rotos haya donde pisaba, y por suerte tú has heredado esa belleza y
sobre todo sus ojos, era lo mejor que tenía tu madre.
Al ver que no contesto
continúa...
-Mara tu madre te quería, si no
hubiera sido así no te habría dejado con tu padre, te habría abandonado en
cualquier parte o cosas peores vete tú a saber, ella te salvó de la mala vida
que te podría haber dado y dejándote con tu padre, pensaría que tendrías más
oportunidades de tener la vida que toda madre quiere darle a sus hijos.
- No entiendo porque se fue...
-Después de dar a luz se asustó,
eran jóvenes y no sabían qué hacer con un bebé, y tú solo hacías caso a tu
padre. - la oigo sonreír al otro lado de la línea- Cuando ella te cogía
llorabas, muy pocas veces conseguía que te calmaras y mucho menos que
sonrieras, siempre corrías a los brazos tu padre y desde pequeña te sentías más
protegida en sus brazos que en los de tu madre. Tienes que entenderla Mara ella
era muy joven, no sabía del mundo y mucho menos de pañales, tu padre me cuidó a
mí de pequeña y aunque él no fuera muy grande cuando yo nací, algo más que tu
madre entendía. Al final ella se vio estresada e hizo lo que muy pocas madres
consiguen hacer, irse pensando en lo mejor para ti y darte un futuro feliz
junto a tu padre.
-Ojala me acordara de ella,
aunque solo fuera de su cara.
-Mara eres su vivo retrato,
cuando quieras verla tan solo tienes que mirarte al espejo y la veras a ella.
Mi vida tú no tienes la culpa de los errores que comenten los demás, eras tan
solo un bebé inofensivo, ¿de acuerdo? No le des más vuelta al asunto, y ahora
te tengo que dejar cariño, Óscar y yo íbamos a salir a cenar. ¿Estás bien? ¿Me
tengo que preocupar?
-No tita, vete tranquila, estoy
bien. Te quiero
-Y yo a ti Mara, como si fueras
mi hija lo sabes ¿verdad?
-Si tita.
-Pues que no se te olvide nunca,
quizás no tengas madre, pero sigues teniendo una familia que te quiere con
locura y que siempre hará todo lo que este en sus manos para darte lo mejor y
que seas feliz. Buenas noches.
-Buenas noches
Después de eso no pude hacer otra
cosa que ir al baño y mirarme en el espejo, y romper a llorar...
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